Las preguntas frecuentes que me hacen mis alumnos: ¿Cómo cobro o valorizo mi trabajo?
- Cali Bustos
- 20 may
- 3 Min. de lectura

Una escena que se repite, año tras año, clase tras clase... En algún momento, alguien levanta la mano (o manda un mensaje en privado si es de los tímidos) y pregunta con cara de “sé que no hay una sola respuesta, pero igual necesito una”: “Profe, ¿cómo cobro por hacer esto?”
Y ahí es donde yo respiro hondo, sonrío y pienso: "Yo tampoco sé cobrar, pero que no se note..."
Porque si hay una verdad incómoda es que incluso quienes llevamos años en esto, seguimos recalculando cuánto vale nuestro tiempo, nuestra experiencia y nuestro talento. Pero no vinimos aquí a rendirnos, vinimos a dar tips.
Así que hoy quiero compartirte algunas ideas (y realidades) sobre cómo empezar a ponerle precio a tu trabajo. Porque sí, ser freelance es cada vez una opción más realista y poderosa. Porque ya no hay un solo camino que conduzca a la gran agencia. Hoy hay muchos, y cada quien decide cuál quiere caminar.
Y porque tu trabajo vale. Vamos a entender cómo hacerlo valer.
¿Cómo empiezo a cobrar?
Existen muchas formas de ponerle precio a tu trabajo, pero acá van tres enfoques que suelo compartir con mis estudiantes, todos con sus pros, contras y dosis de realidad.
1. Valorizar tu hora de trabajo
Este método es perfecto para quienes están empezando o quieren entender cuánto cuesta realmente su tiempo. La idea es simple (en teoría): calcular cuánto quieres ganar por mes, cuántas horas reales puedes trabajar, y de ahí sale el valor de tu hora.
Paso a paso:
Define cuánto quieres (y necesitas) ganar por mes. Supongamos que: $600.000.
Calcula cuántas horas puedes trabajar sin explotarte (por favor): 5 horas por día x 5 días a la semana = 100 horas al mes.
$600.000 / 100 horas = $6.000 por hora.
Y eso incluye TODO: no solo diseñar, redactar, editar o programar. También incluye responder mails, hacer propuestas, estudiar, actualizarte, ir a reuniones.
Consejito: agrega un 20% extra por imprevistos, tiempo no facturable o gastos operativos (software, Internet, cafés con cliente, etc.).
2. Paquetizar servicios
Si no te gusta estar mirando el reloj o tener un calendario tan estructurado, este enfoque puede ser más cómodo. Se trata de armar packs o combos con precios fijos según el tipo de trabajo: “Diseño de logo + brandbook: $X”, “Gestión de redes por mes: $Y”, “Campaña creativa con 3 piezas: $Z”.
Esto le da claridad al cliente, te permite ordenar tu tiempo y, si ya sabes cuánto te tomas de tiempo en cada tarea, puedes calcular un precio justo para ambas partes.
Ojo: ¡No subestimes el tiempo que lleva cada cosa! Siempre pon un margen extra. Lo que parece “rápido” muchas veces viene con ida y vuelta, cambios y ajustes que hay que contemplar.
3. Por valor aportado
Este es un modelo más avanzado, pero también más poderoso: cobrar según el valor que le generas al cliente.
Ejemplo: si tu campaña ayudó a vender 1 millón, ¿cuánto vale tu idea? No es lo mismo diseñar un flyer para un evento que para una campaña con presupuesto nacional. En este modelo, se cobra por impacto.
¿Difícil de medir? A veces sí. Pero es una conversación que podemos (y debemos) empezar a tener: hablar de resultados, métricas, impacto.
Tip clave: si vas a usar este enfoque, asegúrate de tener claridad con tu cliente sobre expectativas, objetivos y cómo van a medir el éxito.
En resumen…
Cobrar no es solo ponerle un precio a lo que haces. Es poner en valor:
Tu tiempo.
Tu experiencia.
Tu formación.
Tu energía mental.
Tu talento.
Tu capacidad de resolver problemas.
Tu creatividad e ideas.
Y sí, al principio puede incomodar, darnos miedo o parecer que estamos “improvisando”. Pero también es parte del crecimiento profesional.
Y si todavía tienes dudas, recuerda que: mejor cobrar algo (y ajustar después), que trabajar gratis por miedo a equivocarte. Se aprende en la cancha.
¡Espero haber aportado en tu camino al freelanceo!