top of page
cali-limpio.png

¿Por qué quiero cambiarlo todo todo el tiempo?

  • Foto del escritor: Cali Bustos
    Cali Bustos
  • 3 jul
  • 2 Min. de lectura
ree

Se acaba el semestre y, como siempre, me encuentro pensando en los cambios.

¿Estoy obsesionada con ellos? Sí.

¿Me gustan? También.

¿Los odio un poco? Definitivamente.


Amo cambiarme de casa. Me encanta imaginar un nuevo hogar: elegir los colores, los espacios, la energía del lugar. Soy feliz cuando armo ambientes con intención. Pero... ¿realmente amo cambiarme de casa? La última vez que lo hice me quería morir. Fue física y emocionalmente agotador. Un tsunami de cajas, decisiones, cosas que se pierden, otras que ya no caben, y la constante culpa por arrastrar a mi círculo cercano al colapso logístico. Porque sí, siempre me ayudan… pero ¿hasta cuándo?, también se lo preguntan ellos.


Amo estudiar cosas nuevas. Me inspira, me desafía. Me hace sentir más capaz, más llena de herramientas para enseñar, compartir, aportar. Pero a veces me pregunto: ¿cuándo me doy el espacio para disfrutar lo que ya aprendí? ¿Cuándo dejo que ese conocimiento madure, eche raíces, antes de correr a por otro diploma, otro curso, otra masterclass? Sé un poco de todo… pero ¿cuándo lo voy a vivir? ¿Cuándo es suficiente?


Y sí, también amo conocer nuevos clientes, abrir nuevas puertas laborales. Me puedo pasar horas navegando en LinkedIn buscando ese “algo”… aunque no siempre sé qué es ese “algo”. Justo ayer me ofrecieron una nueva peguita. Me entusiasmó, obvio. Pero también me llené de ansiedad porque significaba dejar de lado otros proyectos que estoy disfrutando muchísimo. Y ahí me dije: ya po, ¿hasta cuándo?


Estoy bien. Me gusta mi trabajo, cada uno de mis roles y las cosas que hago. Pero hay una vocecita interna que me empuja a ir por más, siempre más. No hablo de plata ni de estatus. Hablo de ese impulso casi obsesivo por probarme a mí misma que puedo con todo, con lo imposible, con lo infinito.


Pero… ¿por qué tendría que poder con el infinito?

No sé si es algo generacional, del género, de mi crianza o simplemente de cómo estoy construida. Lo que sí sé, y hoy me lo quiero decir a mí —y te lo digo a ti si también te pasa— es esto:


Está bien quedarte donde estás.

Está bien disfrutar lo que ya lograste.

Está bien no hacer nada nuevo por un rato.

Está bien descansar y decir “con esto basta por ahora”.


No necesitas demostrarte (ni demostrarle a nadie) que eres capaz de todo.

Porque ya lo eres.

Y eso, amiguitas, ya es un montón.

bottom of page