Un nuevo año
- Cali Bustos
- 18 mar
- 2 Min. de lectura

Ayer oficialmente volví a mi primer día de clases —esta vez, como profesora de pregrado— y siempre es una mezcla de emociones. La adrenalina de enfrentar nuevos grupos, la expectativa de conectar con jóvenes talentos y la responsabilidad de inspirar a quienes comienzan a recorrer este camino.
✨ Lo positivo: Redescubrir la energía de quienes llegan con preguntas frescas, ideas disruptivas y ganas de comerse el mundo (o al menos, a las redes). Mi desafío es guiarlos con una visión crítica, pero siempre optimista, sobre la publicidad, el marketing y la industria musical en Chile y más allá.
😟 Lo inquietante: Justo el fin de semana vi Adolescencia, la serie del momento en Netflix, y (sin spoilers, lo prometo) hay un episodio que retrata una educación escolar descuidada, donde la violencia, el bullying digital y la indiferencia adulta son algo corriente. Me dejó pensando en lo crucial que es el rol de los y las profesores. En cómo muchas veces no solo enseñamos teoría, sino que también ofrecemos un espacio seguro, una palabra de aliento o, al menos, un respiro en medio del caos.
Yo he tenido la suerte de vivir experiencias maravillosas con mis alumnos y alumnas, pero la realidad es que en cada clase convergen historias, emociones y momentos personales que a veces nos descolocan. Y ahí estamos, sin guión, sin certezas absolutas, pero con la intención genuina de hacer lo mejor posible.
A pesar de los nervios y la ansiedad de enfrentar un grupo nuevo, me quedo con la certeza de que cada clase es un encuentro significativo. Y si de algo estoy segura, es que al menos una risa (o varias) nos sacaremos.
✨ ¡Con todo el 2025! ✨